Encuentro con la Luz

Encuentro con la Luz
Cuadro de Lucerlia Saavedra
Caracas, Venezuela
Comunicador Social, Locutor, Especialista en Dinámica de Grupos egresado de la UCV (Universidad Central de Venezuela) Músico, Artista de Artes Escénicas. faroalejandrino@gmail.com

domingo, 20 de marzo de 2011

Un festival para Porfi
Ángel Freites Molina


En un ejercicio de fantasía imaginé la llegada al cielo de Porfi Jiménez ese 18 de junio de 2010. Visualicé a San Pedro, el santo de las llaves, no el de Macoris, seguramente como vocero y anfitrión, que con su voz grave y firme le anunciaba que estaban felices porque había llegado el ritmo y el sentimiento a las nubes y que por ello decidieron organizar un festival con su nombre considerando los siguientes aspectos:


Alma merenguera

 
Cómo no iba a tener ese talento y ritmo si  Porfirio Antonio Jiménez Núñez nació en terruño hatomayorense en cuna merenguera, mecido en compás de 4/4 o 2/4, entre estrofas y estribillos, tal vez escuchando el tema que muchos reconocen como soberano himno de los merengues, cuya letra revela la esencia y el motivo de existir de este sabroso ritmo caribeño: “Compadre Pedro Juan, baile el merengue. Compadre Pedro Juan que está sabroso. Aquella niña de los ojos negros que tiene el cuerpo flexible baila en la empalizá. Compadre Pedro Juan, no pierda el tiempo. Compadre Pedro Juan saque su dama. Se acabará el merengue y si no anda con cuidao se quedará como perico atrapao. Baile, compadre Juan…” Parece ser que en Hato Mayor del Rey de República Dominicana, en plena ceremonia de su bautizo, bajo la mirada de la patrona de esta provincia, Nuestra Señora de Las Mercedes, el señor cura no dijo Porfirio Antonio sino Merengue o Merequetengue.
Era de esperarse que tras años de larga y ardua travesía musical, Porfi llegara a ser parte importante de la movida merenguera de los años 80 en su segunda tierra desde 1954, Venezuela, donde vio el esplendor de su música junto a los sonados Wilfrido Vargas, Las Chicas del Can, Miriam Cruz, Natusha, Diveana y Liz.
Porfi cumple una faceta como conferencista. En abril de 2005 representa a Venezuela en el Primer Congreso Internacional “Música, Identidad y Cultura en el Caribe” realizado en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Con formación, experiencia en orquestas y pistas de baile, habló con excelente base en una mesa de trabajo en donde un equipo multidisciplinario demostró la importancia del Merengue en la Identidad Cultural Dominicana y del Caribe.

 
Una trompeta voluntaria


Fue su madre quien a los ocho años le entregó una trompeta, en un acto intuitivo y voluntario, al niño que durante su vida sería como todos los acuarianos, amigable, generoso, alegre; y de acuerdo al significado de su nombre, Porfirio, de origen griego: de color púrpura, emotivo, amable y condescendiente. Para quienes se preguntan si fue un músico con estudios, la respuesta es sí. ¿Tuvo algún guía, mentor o padre adoptivo?  Sí, el profesor Pedro Albuerme. Gracias a él se graduó de músico y ejerció como docente en la Academia Municipal de Música de Hato Mayor y hasta llegó a los espacios formativos de Berklee School of Music de Massachussets, Boston. Sonó la trompeta en su Dominicana natal y en Venezuela junto a revelantes orquestas de la época y hasta junto a nuestro querido Maestro Billo Frómeta. Porfi llegó a ser conocido ampliamente en los círculos del jazz y de las orquestas tipo Big Band.

 
El nombre secreto de la jovialidad


Según Luis Britto García, en el Caribe todo se sincretiza y Caribe es el nombre secreto de la felicidad. Porfi fue el nombre secreto de la jovialidad como promotor del baile y del sano bochinche, un hombre tan ganador de aplausos, Discos de Oro y de Platino, como sencillo y jovial que caminaba por las calles del Centro de Caracas saludando cordialmente a quien lo abordaba.
Cuenta Manuel García Hidalgo en un fragmento de sus memorias dedicadas a Porfi Jiménez, titulado Recordando al Maestro con cariño, que en los años 70 tuvo una oficina en el Edificio Radio donde Porfi Jiménez y Renato Capriles también montaron sus despachos. Estaba ubicado de Bárcenas a Río, justo en la vieja entrada de Radio Caracas Televisión.  García Hidalgo se encontraba con estos señores del ritmo en el Restaurante Rico para compartir saludos afectuosos, buen humor, almuerzos, cafés y aperitivos. “Con el correr de los años, nos encontrarnos en varias fiestas y celebraciones, entre set y set, yo me acercaba a su mesa o el se acercaba a la mía, siempre con una palabra amable y alegre. Un día en medio de una fiesta, me saludo desde la tarima, le pregunte: ¿Maestro, que es ese Baile del Perrito? Pegó, un ladrido y me dijo: “Se baila así”. Al instante comenzó a saltar y lo siguieron en el salto unas 500 parejas. Sabíamos que estábamos en presencia de uno de los grandes éxitos de su paisano dominicano Wilfrido Vargas: El Baile del Perrito. Pero seguidamente, interpretó un potpurrí de su larga cosecha musical y nos dieron las seis de la mañana bailando, cantando y comiendo arepas. ¡Que tiempos aquellos!”

No es difícil inferir cual era su secreto para la jovialidad, para que a sus más de ochenta pareciera de menos edad. Sus vecinos de la California Sur recuerdan que manejaba cual adolescente su vehiculo a alta velocidad sin dejar de ser excelente esposo y padre. Su secreto era un cóctel que llevaba generosidad, amabilidad, vida sencilla, mucha música, cubos de alegría y actos nobles.

 
Celebración frente a las cámaras


Puedo reseñarles que una mañana encendí el televisor y vi a Porfi en la revista Portadas transmitido por la señal de Venevisión. Estaba  sonriente junto a los animadores Leonardo Villalobos, Chiquinquirá Delgado y Mariangel Ruiz, celebrando sus 80 años de edad, 70 de vida artística y 45 con su propia orquesta de baile. Haciendo vibrar al estudio, contándonos con sencillez como se “Hunde el barco, mi querido Capitán”;  diciéndole a Dolores que no lloré más pues cada día la quiere más, y como con comodidad se iban al pasto “y la Hierba se movía, se movía, se movía”. Continuó el ritmo del Chivo Florete con su juguete y con la voz de Isabel, una vocalista sensual que hizo los solos de “Llévame contigo, porque yo quiero ser aunque sea tu amigo”. La historia de este tema lo escribió el Maestro Porfi inspirado en una cantante de su orquesta que tenía su amor muy lejos.


El Culucucú


El baile y el disfrute eran sin duda expresiones de la filosofía de vida de Porfi y el Culucucú es una palabra mágica con capacidad fundadora y suficiente poder para exorcizar todo fantasma o dejo de tristeza y conectarse con la rumba y la fiesta, Culucucú es una de esos vocablos que no tienen traducción literal  precisa pero a su vez transmiten mucho, en este caso alegría.

 
Una carátula para el recuerdo


Un testimonio de su legado y un dibujo de su concepto artístico lo vemos en la carátula de un LP que se titula Romance y Ritmo. Si recorremos con la vista su contenido podemos observar a la izquierda el título Porfi Jiménez y su orquesta, en el ángulo superior derecho el sello de la disquera Velvet y las ilustres fotografías y nombres del bolerista de América, Felipe Pirela y del artista cubano, compositor, músico, actor y bailarín, Kiko Mendive. Romance y ritmo: precisamente esas palabras serían la base de todo el trabajo de Porfirio Antonio Jiménez Núñez en su labor como músico, arreglista de música bailable y de boleros que serían interpretados por Blanca Rosa Gil y Felipe Pirela, sin olvidar sus roles como director de orquesta y productor musical.

Postdata

Lo que se recuerda es lo que jamás muere. Esa fantasía de realizar un Festival del Merengue en honor a Porfi bien puede convertirse en una realidad por todas las consideraciones expuestas. Esperemos que alguna vez se realice en Venezuela y en República Dominicana. El cielo y la tierra lo agradecerán porque la gloria también tiene ritmo.

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